viernes, 24 de julio de 2015

Kárpát-medence

Kárpát-medence (traducido literalmente como Cuenca Cárpata o Cuenca de los Cárpatos, y en inglés Carpathian Basin), es un gran territorio que abarca buena parte de Europa central y oriental, formado, en su mayor parte, por enormes llanuras, y rodeado fundamentalmente de los montes Cárpatos al este, norte, y parte del sur, aunque también los Alpes, los Dinárides y los Balcanes lo delimitan, formando una auténtica cuenca, como se puede apreciar en los mapas geográficos. Kárpát-medence es un concepto fundamental para comprender a Hungría y a los húngaros, tema que expondré en esta entrada.



Imagen satelital (arriba) y mapa físico (inferior) de la cuenca de los Cárpatos con las correspondientes fronteras montañosas descritas. El Reino de Hungría ocupaba prácticamente toda la cuenca.


En este lugar se asentaron los magiares que llegaron en el siglo IX procedentes de los Urales tras largas migraciones. Una vez cruzados los Cárpatos, la gran llanura fue el territorio escogido para quedarse y fundar el Estado magiar (posteriormente llamado húngaro al adoptar el latín como idioma y el cristianismo como religión). Durante casi un milenio el Reino de Hungría abarcó prácticamente todo este territorio, llegando desde el mar Adriático hasta los Cárpatos orientales, con una extensión de 282.000 kilómetros cuadrados y una población de 18 millones de habitantes. Junto con la corona austríaca formarían el Imperio Austrohúngaro, dando lugar a una potencial mundial que fue la época más gloriosa del país. No obstante, en la cuenca Cárpata no solo vivían los húngaros, sino que más bien era un gulyás de etnias y nacionalidades (eslovacos, rumanos, serbios, checos, croatas...), si bien el territorio era administrado por la corona húngara.

Posteriormente Hungría se alinearía con las potencias centrales en la primera guerra mundial, y, tras perder la guerra, llegaría el traumático tratado de Trianon, la mayor tragedia moderna de Hungría, por la cual la cuenca de los Carpátos, casi exclusiva del Reino de Hungría, se repartió como una tarta de cumpleaños entre los estados de alrededor, quedando Hungría reducida a 93.000 kilómetros cuadrados (la tercera parte que antes) y 8 millones de habitantes (menos de la mitad que antes). El norte fue a parar a Checoslovaquia (hoy en día la parte de Eslovaquia), el este a Rumanía, el sur a Serbia, Croacia se separó definitivamente, y el oeste fue a Austria y Eslovenia. Además de los territorios y su población, se perdieron zonas agrícolas e industriales fundamentales, así como las infraestructuras que había en ellas. Resumiéndolo en un símil futbolístico: Hungría pasó de jugar la Champions league a hacerlo en 2º división.

Pero si el trauma económico fue duro, el social fue aún peor. Debido a este reparto territorial, millones de húngaros quedaron repentinamente viviendo en los nuevos países de alrededor, lejos de la madre patria, aunque siguieron con su idioma y cultura, a pesar de las dificultades. Pese a que muchos emigraron a la nueva y reducida Hungría por motivos personales, económicos o sociales, a día de hoy sigue habiendo más de 2 millones de húngaros repartidos a lo largo de toda la cuenca de los Cárpatos, por las actuales Eslovaquia, Rumanía, Serbia y Ucrania fundamentalmente.

Hay que mencionar dos cosas importantes: la primera, que en el territorio entregado a cada país los húngaros no eran mayoría (es decir, en la parte entregada a Checoslovaquia la mayoría eran eslovacos, en Transilvania, rumanos, etc...) pero sí que en zonas concretas dentro de cada territorio los húngaros eran mayoría (las zonas rojas del mapa inferior). Las nuevas fronteras fueron trazadas muy torpemente como se puede ver en dicho mapa, suponiendo que el motivo fuese homogeneizar las naciones dentro de cada Estado (el motivo oficial), aunque si se buscaba castigar a Hungría desde luego entonces fue todo un éxito. La única posibilidad de recuperarlos fue volver a alinearse con Alemania en una nueva guerra, cosa que sucedió poco después, en la segunda guerra mundial. Para muchos historiadores los tratados de Versalles y Trianon no fueron sino el caldo de cultivo para generar una nueva guerra.


Pérdida de los territorios húngaros tras la primera guerra mundial (tratado de Trianon). En verde claro, la actual Hungría. En verde más oscuro, el antiguo Reino de Hungría (el reino croata estaba unido a él, en gris verdoso). En rojo, territorios perdidos con mayoría de población húngara que quedaron fuera del país.


La nueva Hungría pasó a ocupar tan solo una parte de la cuenca de los Cárpatos, sin embargo, más de dos millones de húngaros habitan dicha cuenca en los países limítrofes: Rumanía, Eslovaquia, Ucrania, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria.


Los húngaros siguen viendo la cuenca Cárpata como su hogar, y con razón, ya que fuera del actual Estado húngaro, el territorio continúa salpicado de minorías de húngaros rodeadas de rumanos, ucranios, serbios o eslovacos, como el envoltorio moteado de un Túró Rudi. A pesar de que muchos territorios se perdieron, al haber más de 2 millones de húngaros aún en ellos y haber pertenecido durante un milenio a la corona húngara, los magiares siguen viendo la cuenca de los Cárpatos como su casa. Así, en Hungría hay unos 10 millones de habitantes, casi todos de etnia húngara, pero en la cuenca Cárpata residen más 12 millones de húngaros en total. En la televisión, por ejemplo, el mapa del tiempo abarca toda la Kárpát-medence, las noticias y reportajes son sobre los húngaros de toda la región (y no solo de la República húngara), ya que cuenta con televidentes repartidos por toda la región. Cultural y socialmente hay muchos vínculos y uniones (programas educativos, políticos y de cooperación), más allá de los conflictos que ocurren a diario por los "choques culturales" entre las minorías húngaras y los ciudadanos eslovacos, rumanos o serbios, entre otros.

Aunque está cerca de cumplirse un siglo de la primera guerra mundial, los húngaros de los países del entorno han continuado hablando su idioma, practicando su cultura y sus tradiciones, y pese a tener pasaportes de Eslovaquia o Rumanía, no se han vuelto eslavos ni latinos. Continúan siendo húngaros, y orgullosos de ello. Algunos, como los székely, incluso presumen de haber mantenido la cultura húngara mejor que los magiares occidentales, más influenciados por Austria y los Habsburgo.

La mayor ciudad de la cuenca de los Cárpatos es la capital de Hungría, Budapest, con sus 1,7 millones de habitantes. Le siguen la capital de Serbia, Belgrado, con 1,1 millones, Zagreb, la capital croata, con 0,8 millones y Bratislava, la capital eslovaca, con 0,5. Los ríos Danubio y Tisza son los más importantes de la región.

La República de Hungría sigue siendo, pese a todo, el país que ocupa la mayor parte del territorio, formado sobre todo por Alföld, la gran llanura húngara, y Dunántúl, los territorios al oeste del Danubio. La parte norte de Kárpát-medence, la eslovaca, se denomina en húngaro Felvidék, o tierras altas, al ser bastante montañosas. La zona de Ucrania, al este, es Kárpátalja (Transcarpatia). La zona rumana, también al este, se conoce como Erdély (Transilvania en castellano), la parte sur, de Serbia, Croacia y Eslovenia, Délvidék (tierras del sur), y la zona de Austria son las Őrvidék (tierras de los őr, o vigilantes occidentales, llamadas Burgenland en alemán).


La gran llanura húngara (Alföld), ocupa la mayor parte de Hungría, es una fértil y enorme llanura.

La meseta de Transilvania, con los montes Cárpatos nevados al fondo. Es el hogar de los húngaros székely.

Montes Tatra, en Eslovaquia, en las Felvidék, o tierras altas.


Los territorios perdidos en Trianon continúan siendo una reivindicación social y política. Se pueden ver desde pegatinas en los coches con la silueta del Reino de Hungría, hasta manifestaciones y todo tipo de actos. Hungría no se ha recuperado aún de la tragedia, y el desbarajuste territorial y humano aún sangra. Los conflictos y problemas de las minorías húngaras de los países de alrededor aparecen en telediarios y periódicos día sí, día también, como ya comenté en su momento. Desde leyes represivas contra su cultura hasta ataques xenófobos (por ejemplo agresiones por hablar en húngaro en Eslovaquia, es el típico caso). Los roces políticos entre Hungría y los países vecinos también son una constante. La entrada a la Unión Europea no ha servido para nada en este aspecto. Aunque muchas leyes se retocaron para cumplir criterios de entrada (como en Eslovaquia o Rumanía), con el tiempo han quedado en agua de borrajas. Los partidos más radicales (especialmente la extrema derecha) son muy poderosos en esta zona, sobre todo en Eslovaquia, Ucrania y la propia Hungría, y han adoptado una ideología muy agresiva y nacionalista que empeora aún más la frágil convivencia de húngaros, eslovacos, rumanos o serbios. Lo peor de todo es que no parece que la cosa vaya a arreglarse, sino todo lo contrario.


Palacio Eszterházy en Eisenstadt (Kismarton en húngaro), Austria, localidad en la que viven varios cientos de húngaros. Antiguamente las Burgenland pertenecieron al Reino de Hungría.

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